La semana pasada devolvimos a su dueño este plato cerámico que fue encontrado por su padre mientras luchaba durante la Guerra Civil. Obviamente, es un objeto de poco valor económico pero con una carga sentimental muy fuerte y necesitaba una restauración.

Había estado recompuesto muchas décadas atrás y las piezas estaban mal encajadas, deformando el motivo central. Se decidió separarlas inyectando disolvente en las ranuras del encaje y limpiar bien la cola. Por suerte, los fragmentos se separaron fácilmente sin necesidad de ejercer una excesiva fuerza mecánica y sin sufrir desgaste alguno. Una vez preparadas, se volvieron a recomponer con una cola especial para cerámica, totalmente reversible y que no deja restos de color al envejecer como había pasado con la anterior.

Se procedió a estucar las ranuras para disimular los puntos de unión y, así, facilitar la reintegración cromática. En algunos puntos tuvimos que inyectar el estuco para cubrir bien las pequeñas pérdidas puntuales con un muy buen resultado estético. Se retocaron los motivos decorativos con un criterio ilusionista y una tinta plana para las zonas de cerámica sin decorar.

Éste fue el resultado:

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